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El primer japonés que llegó a Europa por la ruta del Pacifico.


Luis Sotelo, monje franciscano que había llegado a Japón para la evangelización de aquellas tierras. se entrevistó con el Shogun para que enviase a Nueva España una misión embajadora nombrándole a el, embajador de la expedición, regresó a Méjico entrevistándose con el entonces Virrey Luis de Velasco, quien aceptó enviar un embajador a Japón en la persona de Sebastián Vizcaíno, con la misión de conocer las islas del Oro y la Plata que los españoles creían estaban en las islas japonesas. Llegó a Japón en 1611 reuniéndose con el Shogun y con varios señores feudales. El Shogun decidió construir un galeón en Japón para permitir el regreso de Vizcaíno a Nueva España junto con una misión japonesa. El daimy de Sendai, Date Masamune, se encargó del proyecto. Llamó a uno de sus Capitanes, Hasekura Tsunenaga, a quien mando liderar la misión, siendo acompañado por el franciscano Luis Sotelo. El galeón, llamado Date Maru por los japoneses y, posteriormente, San Juan Bautista por los españoles, tardó un mes y medio en ser construido, y contó con la participación de expertos técnicos, constructores navales, herreros y carpinteros, en total unas 4.000 personas. Partieron de Japón en dirección a Acapulco el 28 de octubre de 1613, componían la expedición 320 personas entre samuráis, comerciantes y los españoles que regresaban con Vizcaíno. Llegarían a Méjico el 25 de enero de 1614, la embajada japonesa permanecería un tiempo en México, quedando parte de la embajada en Acapulco el resto al mando de Hasekura se desplazo hasta Vera Cruz para embarcar en el galeón San Jose uno de los de la flota que se dirigía a España al mando de Don Antonio de Oquendo.

Llegaría esta embajada a Sanlúcar de Barrameda el 5 de octubre de 1614, siendo recibida por el Duque de Medina-Sidonia quien le brindo brillante hospedaje, produciéndose un gran alboroto en la playa sanluqueña por ver a tan insignes personajes. Permanecería esta embajada en Sanlúcar unos dieciséis días hasta que estuvo todo preparado en Sevilla para recibirles. Llamó la atención su forma de comer, pues no tocaban la comida con las manos sino con pequeños palos y usaban para la nariz pequeños papeles de seda que no usaban dos veces y arrojaban al suelo y se ponían contentos al ver que los de su alrededor los recogían.

De Sanlúcar se trasladaron a Coria y luego a Sevilla y mas tarde a Madrid, siendo recibido por el rey Felipe III, en esta ciudad seria bautizado Hasekura con el nombre de Felipe Francisco Hasekura. La misión se trasladaría mas tarde a Roma a entrevistarse con el Papa en noviembre de 1615 entregando una carta en la que solicitaba comercio entre Japón y México y el envío de misioneros cristianos a Japón. Accedería el Papa al envío de misioneros, dejando el tema comercial al rey de España. De vuelta a España, Hasekura se encontró de nuevo con el Rey, que declinó firmar el acuerdo comercial, basado en que la misión japonesa ya no aparentaba ser una misión oficial, en Japón se había promulgado en 1614 un bando que ordenaba la expulsión de todos los misioneros de Japón, y que había empezado la persecución de los cristianos en aquellas tierras. Tras el fracaso obtenido ante el Rey regreso a Sevilla y luego a Coria donde desertaron algunos de los japoneses que le acompañaban. Trasladándose con posterioridad a Sanlúcar de Barrameda, donde se aposentaría junto al franciscano Luis Sotelo en el convento que tenia la orden en esta ciudad, embarcaría de nuevo en este puerto rumbo a Méjico el 9 de julio de 1617 en la Flota de Nueva España al mando del general Juan de Salas y Valdés. Llegado a Méjico se traslado a Filipinas, y de allí proseguiría viaje a su tierra. Esta misión sería un verdadero fracaso, Hasekura moriría en 1622 encontrándose su tumba en el templo budista de Enfukuji en Miyagi.